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Mostrando entradas de febrero, 2009

Todos los bichos sagrados.

¿Esa ardilla es mi abuelo? No lo sé, pero por si acaso para en la próxima gasolinera. Es fascinante la enorme cantidad de animales que puedes ver en las calles de Nueva Delhi, vacas, monos, águilas, cuervos, perros, algún caballo, ardillas, ratas, ratones y sucedáneos, otros pájaros de todos los colores y a los que no voy a nombrar, mas un porcentaje considerable de los insectos que habitan el planeta y a saber que mas. Además, también es increíble, que a algún gracioso, hace 5000 años, se le ocurriera que sería divertido que cualquiera se pudiera reencarnar en alguno de esos bichos. El tipo, por lo menos, tuvo el detalle de decir que dependiendo de lo bueno que fueras en la vida, te podía caer una criatura mas o menos agradable (no sé si según el criterio del consumidor o seguíendo alguna norma general). Delante de la ventana de nuestro apartamento hay un árbol enorme lleno de pájaros y ardillas. Por ejemplo, en este momento estoy viendo como un cuervo negro y gris grazna por alguna

Aquí hay polvo para todos…

Si algo hay en Delhi, sin que quepa la menor duda, es polvo ¿Puede que por el hecho de estar rodeados de desierto? ¿Puede que por algún tipo de conspiración de las fuerzas del mal? (posiblemente Pakistán)… quien sabe. Pero de lo que podéis estar seguros, es de que sus habitantes hacen todo lo posible para mantener esta ciudad impecable, puede que no sea suficiente, pero lo intentan. Sino no existirían estas droguerías móviles, que se mueven en manada y que podéis ver en la foto. Cuando llegué, lo primero que pensé fue “Mi madre se pondría histérica con esta cantidad de polvo” y luego me dije “Que feliz vas a ser aquí, nunca podrás ser el más cochino” . Cuando vi pasar a una de estas bicicletas por primera vez, me di cuenta de la verdad, mi madre no sería tan infeliz en este país y yo iba a tener que limpiar de vez en cuando.

Sí, yo soy ese de las mallas (o porque los niños se ríen de mí).

Planeaba que mi próxima entrada en el blog fuera “El pito de los indios”, un fascinante estudio que estoy haciendo sobre las aficiones de nuestros gentiles anfitriones. Pero después del interés suscitado por la última publicación de Gabi, a raíz de mi costumbre de usar mallas para hacer deporte, y de que tengo la sensación de que mi imagen se está viniendo abajo en mi propio hogar, creo que tengo que aclarar un par de puntos importantes. El primero de todos es que, desde hace años, los hombres y las mujeres modernos han estado luchando por muchas causas basándose en el principio de que todos los seres humanos tenemos los mismos derechos. Esta noble lucha ha abierto las puertas de la democracia a las mujeres y a las minorías raciales, ha dado voz a los pobres y ha ayudado a los enfermos. También provocó la revolución sexual, gracias. Esta es una batalla que continúa y continuará siempre. Pero hay un sector que suele quedar fuera de los discursos y que a veces siente que la sociedad les

¿Que me ves?

Salir a la calle es sin duda siempre una aventura. No porque uno vaya a lidiar con elefantes o monos (aunque si que sucede) sino porque en nuestra condición de “forenis”* (si, condición porque a veces parece una enfermedad) solemos cometer errores que no podemos comprender. Ejemplo no 1: Antón sale a correr en mallas y shorts camino al parque. Los niños se burlan de el, aun no entiendo si se ríen porque va en shorts (pero lo dudo porque ya hemos visto hombres con los pantalones bajados hasta las rodillas caminando sin pena por la calle) ¿o será entonces por las mallas? (tampoco lo creo, los indios tienen una rara predilección por la ropa ajustada) ¿sera el palido color de sus piernas? (hmmm... el producto mas codiciado en la India son las cremas blanqueadoras) ya les digo...un misterio. Ejemplo no. 2: Decido ir al trabajo en bicicleta. Esto, por alguna razón les causa risa, no lo entiendo, estoy segura que lo estoy haciendo de la manera adecuada, pero los niños de colegio cuando ven

“¿Será contaminante la tele-transportación? 2. La vuelta a casa (Delhi)”.

Después de barajar las distintas opciones que teníamos para volver a Nueva Delhi el día de la República, decidimos que lo más cómodo para llegar más o menos temprano era coger un autobús a la una y media de la tarde. El billete nos costó unas 800 rupias a los dos en lo que ellos llaman un Volvo Super Deluxe. Llegamos a la estación temprano, como a las doce de la mañana. Habíamos intentado llegar al templo de los monos, pero el conductor del rickshaw se equivoco o quiso oír lo que le dio la gana y nos dejó en el templo de los espejos (¿monkey temple, mirror temple?) en mitad de la hermosa y bestialmente concurrida ciudad rosa, el casco antiguo de Jaipur. Después de dar un par de vueltas y de que un par de vendedores de plata y joyas intentaran charlar con nosotros en español, decidimos irnos a la estación de autobuses. Como ya he dicho antes, llegamos temprano, así que entramos en el bar de la estación. Elegimos el sitio más agradable junto a la ventana, descubrimos que no estaba ocupad

“¿Será contaminante la tele-transportación? 1. Viaje a Jaipur.”

“¿Será contaminante la tele-transportación?”, no es una pregunta habitual… todavía… bueno, quizás nunca lo sea. Pero a mi me vino a la cabeza cuando volvíamos de Jaipur en el autobús. Como el viaje duró diez horas, tuve tiempo de darle un par de vueltas al tema. Ya había sido “responsable” con el medio ambiente por casualidad cuando compré mi billete de Barcelona a Delhi con una compañía ecológica, Finnair. Cuando me enteré de que solo podía traer 20 kilos de equipaje, me cagué en el capitalismo por enésima en mi vida. Fue duro despedirme de todas esas camisetas, zapatos y pantalones que nunca usaba y que me habían hecho tanta compañía en el suelo de mi cuarto. Diría que fue refrescante viajar ligero de equipaje, pero estaría mintiendo. Odié a los finlandeses desde que empecé a hacer y deshacer mi maleta, hasta que vi a la azafata en el avión y pensé “No, no los odio… seguro que tienen una buena razón para querer cobrarme 30 euros por cada kilo extra que meta en el avión”. Con esa acti