Antón Goenechea Caballos, coguionista de 'Camino a Marte' relata cómo se orquestó la cinta que se estrena hoy.
La primera vez que hablamos de Camino A Marte, Beto (Humberto Hinojosa) y Pablo (García Gatterer, productor) estaban terminando de editar I Hate Love(2014) y querían filmar un pequeño road trip que no tomara más de dos semanas de rodaje. Beto había estado pensado en cómo los seres humanos tendemos a antropomorfizarlo todo, incluidas las tormentas. Katrina no fue solo un fenómeno natural, también era una entidad con personalidad responsable de la destrucción de una ciudad y de las miserias de sus habitantes. Sandy dejó sin luz a Nueva York, Odile aterrorizó Baja California y el huracán María ha hundido a Puerto Rico en la miseria.
De esa idea viene la creación Mark (Luis Gerardo Méndez), un hombre que en principio, como una tormenta, es ajeno a los habitantes de los lugares por los que pasa. Pero si una tormenta tuviera personalidad y fuera capaz de verse representada en las personas con las que se cruza, si, en otras palabras, reconociera su propia humanidad ¿Sería capaz de destruirlo todo? Y ahí es donde aparecen Emilia (Tessa Ia), una chica con una enfermedad terminal, y su mejor amiga Violeta (Camila Sodi), que a través de un acto de compasión _salvan a Mark de un enojadísimo cajero de gasolinera_ consiguen empezar a mermar el poder destructor de la tormenta que las persigue.
Escribir con Beto es un proceso esencialmente orgánico que empieza por buscar estímulos visuales que finalmente den soluciones cinemáticas a la trama. Es un proceso de depuración de ideas que funciona particularmente bien en un road trip, ya que es un género inevitablemente episódico. Eso nos permitía crear secuencias inspiradas en las locaciones que íbamos descubriendo, algo que se nos antojaba mucho más realista que someternos al riguroso dictado de la trama. También se adaptaba muy bien a la forma en la que a Beto le gusta rodar, un proceso incesante de búsqueda al que los actores, así como el director de fotografía,Memo Garza, estaban invitados.
De esa forma, el guion se deconstruye y se vuelve a armar innumerables veces hasta que se destila su esencia emocional con la ayuda de Quim Martí, editor, y Rodrigo Dávila, compositor. Y así, sin sentirnos alienados o utilizados, todos tuvimos la oportunidad de trabajar con Beto en la articulación de una idea que responde a una visión única del cine.
Link al artículo original.
La primera vez que hablamos de Camino A Marte, Beto (Humberto Hinojosa) y Pablo (García Gatterer, productor) estaban terminando de editar I Hate Love(2014) y querían filmar un pequeño road trip que no tomara más de dos semanas de rodaje. Beto había estado pensado en cómo los seres humanos tendemos a antropomorfizarlo todo, incluidas las tormentas. Katrina no fue solo un fenómeno natural, también era una entidad con personalidad responsable de la destrucción de una ciudad y de las miserias de sus habitantes. Sandy dejó sin luz a Nueva York, Odile aterrorizó Baja California y el huracán María ha hundido a Puerto Rico en la miseria.
De esa idea viene la creación Mark (Luis Gerardo Méndez), un hombre que en principio, como una tormenta, es ajeno a los habitantes de los lugares por los que pasa. Pero si una tormenta tuviera personalidad y fuera capaz de verse representada en las personas con las que se cruza, si, en otras palabras, reconociera su propia humanidad ¿Sería capaz de destruirlo todo? Y ahí es donde aparecen Emilia (Tessa Ia), una chica con una enfermedad terminal, y su mejor amiga Violeta (Camila Sodi), que a través de un acto de compasión _salvan a Mark de un enojadísimo cajero de gasolinera_ consiguen empezar a mermar el poder destructor de la tormenta que las persigue.
Escribir con Beto es un proceso esencialmente orgánico que empieza por buscar estímulos visuales que finalmente den soluciones cinemáticas a la trama. Es un proceso de depuración de ideas que funciona particularmente bien en un road trip, ya que es un género inevitablemente episódico. Eso nos permitía crear secuencias inspiradas en las locaciones que íbamos descubriendo, algo que se nos antojaba mucho más realista que someternos al riguroso dictado de la trama. También se adaptaba muy bien a la forma en la que a Beto le gusta rodar, un proceso incesante de búsqueda al que los actores, así como el director de fotografía,Memo Garza, estaban invitados.
De esa forma, el guion se deconstruye y se vuelve a armar innumerables veces hasta que se destila su esencia emocional con la ayuda de Quim Martí, editor, y Rodrigo Dávila, compositor. Y así, sin sentirnos alienados o utilizados, todos tuvimos la oportunidad de trabajar con Beto en la articulación de una idea que responde a una visión única del cine.
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