“It´s
alright. You are a good cop, but whether you are a good person… well, that´s
not for me to say.” Le dice Gatehouse al
inspector Jonah Gabriel. Con esa frase resume el conflicto del personaje y de
la mayoría de individuos que pululan en The
Shadow Line.
Escalofriante y
perfectamente contada, esta serie es una de esas raras bellezas que produce la BBC. Una
serie de siete episodios que se cuentan con precisión novelesca y que se cierra
con maestría (Ojalá que nunca se hagan mas temporadas). Los fundamentos
narrativos de esta serie están arraigados en la complejidad del género negro
americano de la primera mitad del siglo veinte, y que pareció hacerse
inservible después de que el caso Watergate despertara a la sociedad norteamericana
de su largo sueño idílico. Antes de eso, el género negro era el encargado de mostrar
ese lado oscuro y corrupto de la sociedad, la fina línea por la que se debe
andar cuando se quiere mantener el orden. Y de como los guardianes de esta línea se
deben de convertir en muros, con un pie de cada lado, para evitar que los dos
mundos se mezclen. Los protagonistas eran outsiders
ajenos a las actividades ilícitas de las mafias y criminales, al mismo
tiempo que a los tejemanejes de los representantes de la ley. Conocidos y
despreciados por todos, pero obcecados con la verdad y un principio de justicia
muy personal.
The
Shadow Line cumple con el género con una lealtad
absoluta, pero es una serie británica, lo que significa que hablamos de gente
acostumbrada a cuestionar a sus dirigentes y el sistema en el que viven. Y no
le quepa la menor duda al potencial lector de este artículo y espectador de la
serie que The Shadow Line cuestiona
(me imagino que metafóricamente) la esencia de las estructuras en las que se
sostiene las relaciones en esa fina línea.
Quizás la sombra a la que el título hace
referencia, también se refiera involuntariamente a la que proyecta este muro y
provoca la luz de los inocentes e ignorantes. Lo bueno y lo malo se convierte en
una cuestión de perspectiva para policías y mafiosos. Parece existir una sola verdad absoluta y es que solo eres tú en
relación a los tuyos, y los tuyos son tu familia, ya sea un cuerpo de policía
corrupto hasta la medula, la organización criminal de asesinos y
narcotraficantes o literalmente tu propia familia.
No es de extrañar que los protagonistas
que guían la historia sean personajes que, de una forma u otra, son ajenos a
las “familias” con las conviven siendo fieles a sus familias reales, de donde surgen
sus conflictos mas profundos. Por una parte, tenemos a Jonah Gabriel, un inspector
de policía que perdió la memoria tras recibir un balazo en la cabeza y que vive
sumergido en una investigación con el verdadero objetivo de redimirse a si
mismo ante la sospecha de ser un policía corrupto, y que además vive una suerte
de doble vida familiar. Por cierto, interpretado por Chiwetel Ejiofor, que
protagonizó una de mis películas favoritas de la última década Dirty Pretty Things (Stephen Frears, 2002)
escrita por Steven Knight. Y luego tenemos a Joseph Bede, un florista
reconvertido en narcotraficante que, por azares del destino, ocupa el puesto de
jefe de una organización criminal de la que quiere escapar en cuanto recupere
el dinero que invirtió para volver con su mujer enferma de Alzheimer. Ambos son
hombres de naturaleza justa y razonable, con motivaciones diferentes pero con
roles parecidos en sus respectivos entornos. Viven rodeados de personajes se
refugian permanente en la oscuridad, personajes llenos de secretos que nuestros
protagonistas ignoran. Tampoco podemos olvidar la tenebrosa presencia de
Stephen Rea en el papel de Gatehouse, quien, junto a Antony Sher, se lleva el
premio a la mejor subtrama de la serie.
El rol de la mujer en esta serie, que
muchos podrían calificar de potencialmente misógina, es el aparentemente
comun en el film noir. Personajes
secundarios que despiertan los mas primitivos instintos de los hombres: pasión,
protección y venganza. Pero al mismo tiempo da la impresión de que ellas ven
ese mundo de hombres con desprecio y autosuficiencia. Sin ningún interés en
participar en los juegos de la testosterona. Merece la pena verla hasta el final.
Es una historia contada con la máxima
crudeza y violencia, es sangrienta y explicita, pero no de la forma en que lo
es la obra de Tarantino. Esta serie está plateada en un universo en el que,
gracias a la clásica iluminación de genero negro, las localizaciones reales
adquieren la cualidad del decorado de cine. La luz existe o no existe, o el
personaje esta en la absoluta oscuridad o totalmente expuesto y por tanto en
permanente peligro. Ese es el mundo en el que se mueven, no existe el perdón ni
la reinterpretación, no hay zonas grises, no hay excusas para cruzar la
línea.
Con todo, hay que
decir que quizás la serie tarda un poco en capturarte. El planteamiento es algo
frio y tardas en entender que personajes tienen verdadero peso en trama
(siempre que no hayas visto el cartel). Es inevitable el look videoso de las series de la BBC, pero en este caso es
particularmente notorio y la banda sonora parece un sound-alike de la música de Vikings
(History Channel, 2013) aunque
esta serie se estrenó en el año 2011. Pero lo mas incomodo es tener que verle
los labios a Kierston Wareing.
Este artículo
surge de un proyecto común con mi buen amigo y fantástico escritor Jithesh
Prabhakaran, que recientemente ha empezado a escribir un blog llamado Hardboiled y con el que comparto una
ciega pasión por el género negro.
Nuestro
proyecto consiste en escribir diferentes críticas sobre The Shadow Line. Este es su texto sobre la serie, "Shadow inside The Shadow Line". Merece la pena leer todos sus escritos con
atención, y si el lector no lee en ingles, Jithesh le recomendará usar Google Translate (así lee él mis
textos).
Lo que dices de que "Lo bueno y lo malo se convierte en una cuestión de perspectiva para policías y mafiosos. Parece existir una sola verdad absoluta y es que solo eres tú en relación a los tuyos, y los tuyos son tu familia, ya sea un cuerpo de policía corrupto hasta la médula, la organización criminal de asesinos y narcotraficantes o literalmente tu propia familia" es absolutamente cierto y estoy de acuerdo contigo. Lo bueno y lo malo es siempre relativo. La única opción es estar siempre de parte de tu "familia".
ResponderEliminarVeré la serie. Estará bien
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTe va a gustar, ya veras.
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