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Rickshaws, a secas.

Prácticamente desde que empecé este blog he querido escribir sobre los rickshaws. Puede parecer más fácil de lo que realmente es ¿En cuantos taxis tienes que haberte subido para poder escribir sobre ellos? La respuesta es, en ninguno. Son parte de nuestra cultura, nuestros chistes y nuestros tópicos. Cualquiera podría escribir tres páginas sobre los taxistas de su ciudad, país o continente, en las que encontraríamos precios, tarifas extras, discusiones, consejos y hasta sus programas de radio preferidos, sin necesidad de haber hecho uso de sus servicios. Otros, podríamos hablar de aquel taxista que nos contaba su reciente divorcio o de aquel que nos intentaba vender joyas robadas, del que le tiraba los tejos a nuestra chica o al que le tuvimos que pagar en gasolina porque no nos funcionaba la tarjeta de crédito y al final acabamos aun mas lejos de casa (¿Le pasó a un amigo?).

¿Qué podemos saber de este pintoresco medio de transporte sin habernos subido más de un par de veces? Esos amigos que viajan a oriente para poder decir que han estado en oriente, no suelen volver contando historias de rickshaws y ahora que estoy aquí no me lo explico. Pero no os preocupéis más, esta es la entrada que siempre habéis esperado. Voy a desvelar todos los secretos del vehículo de las pelis de chinos y de indios, los rickshaws.

Lo primero que te viene a la cabeza cuando te subes a tu primer Rickshaw en Delhi es, “Que exótico debo de verme aquí”. Efectivamente te ves exótico, pero para los indios, poniendo cara de idiota e intentando ser simpático con el conductor, que prácticamente no entiende una palabra de lo que le dices. La segunda cosa que te pasa por la cabeza cuando ya estas en la calle es, “¿Es un buen día para morir?”. El tráfico en la India es el caos, no un caos, el caos. Cuando alguien ordena sus facturas para hacer la declaración de la renta, piensa “Esto es un caos”. Cuando es otra persona la que se las ordena pensará “Esto es una putada”. Cuando alguien entraba en mi cuarto, podía decir “Esto es un caos”.Cuando ves como se queda la calle después de que algún partido reparta comida con la vista puesta en las inminentes elecciones indias, precedido de una arcada, dirás “Menudo caos” y con la mismas letras “Menudo asco”. Pero nada tiene que ver con las calles de esta ciudad. Las normas de tráfico están supuestamente reglamentadas en algún sitio, pero a alguien se le deben de haber caído detrás del cojín del sofá que nunca sacude, porque aquí no se las sabe nadie. Cuando miras la calle por primera vez no te das cuenta de que conducen por el otro lado, bueno en realidad no sabes por donde conducen. Saltarse la mediana está tan al orden del día que se ríen de ti si usas un cambio de sentido. Los camiones tienen pintados en el culo “Blow your horn” (toca la bocina), me imagino que para no tener que sacarse muchos vehículos de los bajos después de sus adelantamientos indiscriminados por izquierda y derecha de la vía. Es tan caótico que la primera vez que cogí la bicicleta, está acabó debajo del coche de un sith (los tipos del turbante). El accidente había sido culpa mía, y uno de sus tapacubos andaba rodando por ahí. Como el conductor vio que no me había pasado nada, ni siquiera bajó del coche. Recogí su tapacubos y llamé a la ventanilla, el hombre lo recogió con una sonrisa mientras le pedía perdón. “No problem” dijo él y siguió su camino. No creo que fueran atracadores de banco, no parecían tener prisa, sencillamente les da igual, como a todos los conductores de la ciudad. Es raro ver un coche intacto circulando y hay que decir que seguir vivo después de conducir en Delhi, es todo lo que necesito para creerme que alguien es un conductor experimentado.

Pues bien, en mitad de este infierno en la tierra podremos encontrar los rickshaws, vehículos ecológicos movidos mágicamente por gas natural. Sus conductores son expertos en el pilotaje sobre tres ruedas y, a diferencia de nuestros profesionales del transporte público, permanecen impasibles ante los insultos del resto de conductores. No es recomendable confiar en la honestidad de este gremio, así que lo mejor es llegar a un acuerdo sobre el precio del viaje y con acuerdo quiero decir regateo. Si, regateo, esa palabra mágica que hace sentir a los turistas como viajeros experimentados y que permite que los nativos se saquen un buen sueldo extra a su costa. Estoy convencido de que su gurú les enseño como timar extranjeros antes de explicarles como arrancar el rickshaw. Un par de veces, cuando me encontraba con más de dos conductores, intenté darle la vuelta a la situación subastándonos como clientes, creo que ninguno llegó a entender las reglas del juego o no se explicaban como podían encontrarse a un tío tan gilipollas.

Mis experiencias han sido muy variadas en los meses que llevo en la India, la mayoría cercanas a la muerte. Como sigo vivo, supondréis que no me ha pasado nada, y así es, aunque probablemente tenga el corazón algo debilitado por los sustos. Un día salimos del cine en Select City Walk, un centro comercial que hay cerca de casa, a las dos y media de la madrugada, a esa hora se paga un poco más caro el viaje, dicen que es una ciudad peligrosa de noche. Un rickshaw nos iba a llevar por 80 rupias, pero el tipo no tenía ni idea de cómo llegar Panchsheel Enclave y nos paseó por media ciudad. No se si por equivocación o desesperación se metió en sentido contrario por una calle para preguntarle a un vigilante por nuestra colonia. Luego decidió cambiar de sentido en allí mismo, mientras un todo-terreno venía a toda velocidad. Veíamos acercarse a toda velocidad las luces de aquel vehículo con el que teníamos todas las de perder. Nuestro conductor parecía dominar la maquina con la misma precisión que el mapa de Delhi y los pasajeros de jeep no se habían percatado de nuestra complicada maniobra. Abracé a Gabi para no quedar mal ante lo inevitable y cerré los ojos mientras oía los frenos del otro coche. Nos salvamos de milagro y encima el conductor pretendía cobrarnos extra por haberse perdido, cosa que no me sentó muy bien, casi me hace llorar del susto con el jeep.

Al día siguiente fuimos a Connaught Place, el centro neurálgico de Nueva Delhi. Cogimos un rickshaw y quedamos en pagarle 80 rupias, no está demasiado cerca y pagamos de más para variar, pero siempre contamos con eso. A la altura de Indian Gate (si miráis un mapa de Delhi veréis que esta muy cerca de Connaught Place, una calle directa) el tío se pierde. Es como si un taxista se perdiera llevándote de plaza de España a Cibeles, en Madrid, o del Auditorio Nacional al Ángel de la Independencia, en el DF. La cuestión es que después de un cuarto de hora de andar perdidos llegamos a nuestro destino. El conductor se da la vuelta y me dice que quiere 40 rupias más porque ha tardado mucho en llegar. De lo que pasó luego, solo recuerdo partes inconexas. Pero desde entonces, entre los conductores de Nueva Delhi se cuenta la leyenda de un guiri al que, cuando lo intentas estafar más de la cuenta, le salen cuernos y espuma por la boca, y que es capaz de arrancarte un brazo si intentas quitarle el dinero de la mano.

De todas formas, en defensa del gremio hay que decir que, a veces, te encuentras con buenos tipos. Como uno que me buscó después de bajarnos para devolverme el móvil. Y un sith muy simpático y sorprendentemente honrado que siempre me lleva a la oficina de Gabi y que es el único que nos ha cobrado como a los indios. Gracias a estos tipos, o por su culpa, todavía no he usado el metro, ni he cogido un autobús urbano y solo me he montado en un taxi.

Esta entrada se la dedico a mi tío Quique y a su nuevo coche rojo. Espero que me digas la marca en tu próximo comentario.

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Comentarios

  1. Siempre me han dedicado insultos, reproches y maldiciones, pero nunca me dedicaron una obra literaria. Estoy emocionado, Antón, verdaderamente emocionado.

    El coche es un opel corsa, según consta en los papeles y en la parte trasera del vehiculo, pero para serte sincero, a mí me ocurre lo mismo que a un león en un campo de flores: sabe que son flores pero no sabe a qué variedad pertenece, porque no le interesan lo más mínimo.
    Así pues, yo tengo un coche que me parece igual que otros muchos que veo a diario por la calle.

    Desde mi punto de vista, su característica principal es que es ROJO.

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  2. Estoy deseando conocer el impacto de Su Martini en la India. ¿No habrá entrada de eso?, ya lo puedo ver con su risa pícara y sus trapicheos sucios. Un abrazo fuerte para toda la expedición.
    elhabitantedelavapies

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  3. Estimados Antón y Gaby,

    Hoy los conocí en Priya, que los abordé en un café. Me ha gustado mucho el Daily Delhi Belly, ya hasta lo recomendé a mis propios fans de México. Me identifico mucho con ustedes, por lo del diario y por las observaciones, de hecho me encontraron actualizando mi diario para mis amigos (ahí está mi tribu siguiendo las chocoaventuras de Jesús). Mi diario es un poco más personal y sólo lo he enviado a mis amigos y familiares más cercanos... y casi no lo he posteado en mi blog... en primera, porque nunca he recibido un comentario en él y no es tan creativo como el de ustedes.
    Por pura curiosidad, tal vez les interese leer mis primeras chocoaventuras indias, en www.betancourtdelcastillo@blogspot.com

    Será un placer volverlos a ver, y hay que organizar unas chelitas.

    Un abrazo... creo que hay mucho qué compartir.

    Jesus Hector.

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