Podría decir que esta entrada está inspirada en una idea de Gabi, mentiría, es un robo bajo, sucio y ruin… aunque no la publicaré sin su consentimiento, no me dieron tanto valor en el reparto.
Para los que no estén habituados al termino guiri, su significado se podría resumir escuetamente en “Extranjeros (sobretodo turistas) que vienen de países ricos y prósperos” http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Guiri. En España, a la mayoría de los guiris que conozco no les gusta el término o dicen no sentirse identificados con él. A mí siempre me ha hecho gracia, me parecía divertido. Pero de nuevo le debo a la India avergonzarme de mis creencias pasadas ¿Estoy madurando por fin?, (esto también se lo puedes decir a la abuela, mamá)… puede ser. Es como cuando eras un pequeño adolescente y tus lemas eran “Nunca me pondré corbata” o “Seré un Artista independiente” o “Viviré rápido, moriré joven y dejaré la hipoteca sin pagar”, entonces tu madre te dice “Con el tiempo te vas a comer todo eso con patatas y eso si tienes la suerte de que te lo sirvan acompañado”. Pues bien, esta ha sido una de esas veces en las que me he tenido que comer mis palabras sin patatas y con salsa picante.
Creo que todos compartimos una fantasía en la que, cuando viajamos, no somos como esos japoneses que vemos haciendo fotos, o como esos alemanes con chanclas y calcetines, o como esos españoles que gritan por todos lados y que creen que hablando lento, el español se entiende en cualquier sitio. Nos gustaría vernos como auténticos exploradores (no como esos conquistadores del siglo XV tan políticamente incorrectos), más bien como Indiana Jones, pero sin robarles sus tesoros a los pueblos perdidos de la selva por el bien de la cultura y la grandeza de algún museo norteamericano. Básicamente, soñamos con ser la negación absoluta de lo que tristemente somos.
El domingo fuimos a pasar la tarde a Paharganj en Old Delhi, unos de los sitios mas “pintorescos” de la cuidad. El barrio es un mercado gigante en el que venden de todo. Además tienen hostales y restaurantes, es una de esas zonas que recomienda Lonely Planet y, por tanto, lo que siempre encontrarás allí son guiris. Pues bien, a diferencia de otras ocasiones en las que te encuentras a un occidental en un barrio cualquiera y compartes una mirada de complicidad con él o ella, en Old Delhi todos evitamos las miradas de los otros, esas miradas que dicen “Eres tan guiri como yo” y esas miradas no mienten. Cuando uno de esos tipos con 3 o 4 tonos de blanco y rosa mas que yo, con pijama de algodón, rastas y mochila a la espalda, pasan a mi lado, veo que los indios del mercado los acosan igual que a mí. Nos metimos en un restaurante que parecía tranquilo, en realidad todos los son, y nos sentamos en una terraza encantadora a una temperatura perfecta para comer una comida-merienda-cena (se nos había hecho tarde y la comida india es difícil de digerir). De pronto nos dimos cuenta de que en esa terraza, en la que todos los empleados nos saludaban juntando las manos y haciendo una pequeña reverencia, no había ni un solo indio sentado. Todos y cada uno de los clientes eran japoneses u occidentales, vamos, guiris. Entonces me miré a mi mismo, con mis pantalones cortos de H&M, con mis tenis de Pull and Bear y con mi piel luminosamente blanca y rosa y pensé “Tan guiris como yo”. Esa sensación fue tan terapéutica que nada más salir del restaurante me compré una guía Lonely Planet de la India de segunda mano… dicen que la mejor forma de solucionar un problema es reconocerlo. Mi nombre es Antón y soy un guiri.
Esta entrada se la dedico a mi amigo Kai ¿Os imagináis por qué?
My Daily Delhi Belly by Antón Goenechea Caballos is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-Compartir bajo la misma licencia 3.0 Unported License.
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Para los que no estén habituados al termino guiri, su significado se podría resumir escuetamente en “Extranjeros (sobretodo turistas) que vienen de países ricos y prósperos” http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Guiri. En España, a la mayoría de los guiris que conozco no les gusta el término o dicen no sentirse identificados con él. A mí siempre me ha hecho gracia, me parecía divertido. Pero de nuevo le debo a la India avergonzarme de mis creencias pasadas ¿Estoy madurando por fin?, (esto también se lo puedes decir a la abuela, mamá)… puede ser. Es como cuando eras un pequeño adolescente y tus lemas eran “Nunca me pondré corbata” o “Seré un Artista independiente” o “Viviré rápido, moriré joven y dejaré la hipoteca sin pagar”, entonces tu madre te dice “Con el tiempo te vas a comer todo eso con patatas y eso si tienes la suerte de que te lo sirvan acompañado”. Pues bien, esta ha sido una de esas veces en las que me he tenido que comer mis palabras sin patatas y con salsa picante.
Creo que todos compartimos una fantasía en la que, cuando viajamos, no somos como esos japoneses que vemos haciendo fotos, o como esos alemanes con chanclas y calcetines, o como esos españoles que gritan por todos lados y que creen que hablando lento, el español se entiende en cualquier sitio. Nos gustaría vernos como auténticos exploradores (no como esos conquistadores del siglo XV tan políticamente incorrectos), más bien como Indiana Jones, pero sin robarles sus tesoros a los pueblos perdidos de la selva por el bien de la cultura y la grandeza de algún museo norteamericano. Básicamente, soñamos con ser la negación absoluta de lo que tristemente somos.
El domingo fuimos a pasar la tarde a Paharganj en Old Delhi, unos de los sitios mas “pintorescos” de la cuidad. El barrio es un mercado gigante en el que venden de todo. Además tienen hostales y restaurantes, es una de esas zonas que recomienda Lonely Planet y, por tanto, lo que siempre encontrarás allí son guiris. Pues bien, a diferencia de otras ocasiones en las que te encuentras a un occidental en un barrio cualquiera y compartes una mirada de complicidad con él o ella, en Old Delhi todos evitamos las miradas de los otros, esas miradas que dicen “Eres tan guiri como yo” y esas miradas no mienten. Cuando uno de esos tipos con 3 o 4 tonos de blanco y rosa mas que yo, con pijama de algodón, rastas y mochila a la espalda, pasan a mi lado, veo que los indios del mercado los acosan igual que a mí. Nos metimos en un restaurante que parecía tranquilo, en realidad todos los son, y nos sentamos en una terraza encantadora a una temperatura perfecta para comer una comida-merienda-cena (se nos había hecho tarde y la comida india es difícil de digerir). De pronto nos dimos cuenta de que en esa terraza, en la que todos los empleados nos saludaban juntando las manos y haciendo una pequeña reverencia, no había ni un solo indio sentado. Todos y cada uno de los clientes eran japoneses u occidentales, vamos, guiris. Entonces me miré a mi mismo, con mis pantalones cortos de H&M, con mis tenis de Pull and Bear y con mi piel luminosamente blanca y rosa y pensé “Tan guiris como yo”. Esa sensación fue tan terapéutica que nada más salir del restaurante me compré una guía Lonely Planet de la India de segunda mano… dicen que la mejor forma de solucionar un problema es reconocerlo. Mi nombre es Antón y soy un guiri.
Esta entrada se la dedico a mi amigo Kai ¿Os imagináis por qué?
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Antón te has dejado las barbas tipo hindú? y el turbante? queremos una foto tuya.
ResponderEliminarQuerido Antón, creo que la India está inundando tu alma de sabiduría trascendente.
ResponderEliminarReconocer que eres un guiri es fundirte con la gran alma del Universo.
Ni el más profundo y sabio de los gurús habria podido enseñarte una lección tan evidente como la que aprendiste el domingo en Paharganj.
EFECTIVAMENTE: ERES UN GUIRI. Y ni intentes solucionarlo... simplemente eres un guiri.
Te contaré que tras 4 viajes a Cuba, sigo siendo un guiri (o un yuma como dicen allí)
Pensarás que como hay tanto negro, es dificil pasar inadvertido. La realidad es que allí hay blancos tan blancos y rubios como una valkiria, sin embargo ... siempre me detectan, ya hable o permanezca mudo, ya vaya con camiseta o camisa, ya mire o no mire, siempre se me acerca un cubano que me dice:"¿De España?" mientras me sonrie como si fuera mi amigo.
Paseo por el Malecón o la calle 23 como un madrileño por la Gran Vía y pese a mi indiferencia como veterano cubano consorte ... me reconocen. Incluso ante el espejo practico y digo: "Oye asere, ¿Como tú tás?", pero salgo a la calle ... y me reconocen.
Tal vez sea mi forma de caminar que difiere del sabio y atemperado paso de los cubanos (convencidos de que corriendo llegaran al mismo sitio que caminando despacio, o sea, al mar)pero lo cierto es que me reconocen.
Antón: somos guiris y lo único que podemos hacer es convertirnos en guiris veteranos para que al menos, no nos estafen cada vez que compramos un refresco al doble de precio que los paisanos.