No se si habéis esperado con mucho interés una nueva entrada, mi madre seguro que si. Han pasado un par de semanas, lo que significa que he roto la promesa que os hacía en el encabezado del blog, “My Daily Delhi Belly, revista relativamente semanal…” y no es la primera vez que no cumplo lo que digo desde que estoy en la India. Podría justificarme escribiendo una entrada sobre cómo vivir aquí no te convierte en un faquir, pude comprobarlo después de caerme sobre el lavabo roto en severo y lamentable estado de embriaguez, por si os daba pena… pero sería muy cínico por mi parte teniendo en cuenta la que monté. También podría colgar algo sobre Holi, una fiesta en la que estuvimos hace dos semanas, de hecho tengo un artículo aburridísimo de tres páginas que publicaré la semana que no se me ocurra nada mas (leedlo si queréis, aunque con que pongáis comentarios tipo “jajaja, muy bueno”, me sentiré satisfecho). Pero creo que es el momento más apropiado para escribir sobre las promesas incumplidas, sobre esos planes y expectativas que te haces antes de un viaje así y que, por ser realista, vago o por no querer parecer retrasado, nunca se cumplen. De eso va “Finding Kierkegaard”.
Para empezar, debería aclarar que el Kierkegaard que busco no es el difunto filósofo danés, sino el mono que planeábamos adoptar como mascota en la India. Como ya he dicho en alguna ocasión anterior, soy un usurpador de ideas ajenas y llamar al mono así es, en realidad, un homenaje a Nietzsche, no el ilustre filósofo alemán, sino el gato de una amiga. No tardé mucho en darme cuenta de que, aunque Panscheel Enclave sería el hogar ideal para nuestro Kierkegaard, por su vegetación y la agradable compañía, no es tan fácil hacerse con un simio en la India. No solo por que son mas ágiles que yo, al disponer de una extremidad mas y de un ingenio mas agudo que el mío, sino porque la mayoría de los monos que tenemos en Delhi viven como salvajes. Con esto no me refiero solo a que vivan sueltos por la ciudad, cosa que los convertiría en urbanitas más que en salvajes, sino a que además son poco civilizados, bastante desagradables al trato y muy amigos de lo ajeno. Según nos cuentan nuestros vecinos y amigos, con el calor, los monos entran en las casas sin llamar para disfrutar de tu aire acondicionado y asaltar tu nevera sin preguntar (como hacía Marcelo en Tomares y yo mismo en su casa de Dr. Fourquet).
Nuestro plan era adoptar a Kierkegaard, refinar su carácter y costumbres (conversación interesante, usar bien los cubiertos, un par de chistes… ya sabéis, esas cosas que nos gustan tanto en occidente) y liberarlo finalmente para que le enseñara lo aprendido a otros monos de Delhi (como hacían con Conan en la película, pero ese se les escapó). El problema es que el ayuntamiento fue más rápido que nosotros y contrató a tipos con babuinos gigantes que acojonaban a los otros monos. Así es como dejó de tener sentido el hacer todo ese esfuerzo por criar a un mono sin ningún propósito concreto, solo hay que ver como lo pasó mi madre (última vez que la menciono en esta entrada, lo prometo).
Así que este primer fracaso simboliza todo lo que no he conseguido cumplir en estos meses. Todavía no he conseguido aprender hindi, en su lugar domino admirablemente el leguaje de los signos. Este me permite vivir la fantasía de que me comunico con los no angloparlantes, lo que provoca todo tipo de malentendidos absurdos y dignos de entradas muy divertidas. Pero el verdadero problema para mí son los que hacen como si no se enteraran. El otro día fui a comprar un teclado nuevo para mi móvil a Malviya Nagar. Después de recorrer todas las tiendas de móviles, llegué a una que se anunciaba con un cartel gigante de Nokia “¿Será un distribuidor oficial?” (término horrible que en fondo nunca me ha dicho nada). Entré en la tienda y pregunté por el teclado señalando dramáticamente la ausencia de éste en mi móvil. El dependiente me miró como si me estuviera dando el pésame y me dijo “Vas a tener que comprar un móvil nuevo”, mientras empezaba a sacar móviles del mostrador. Con cara de pena, le dije que no quería uno nuevo, con el que tenía estaba contento. Pareció apiadarse de mí cuando me indicó un sitio donde encontrar el teclado “Down, left and right”, “Ok” dije yo y salí de la tienda. Bajé la calle, gire a la izquierda y después a la derecha, miré a mi alrededor y estaba en mitad de una zona residencial “Me habré equivocado”, pensé. Desanduve mis pasos para preguntar de nuevo las indicaciones. Esta vez el dependiente de antes estaba ocupado con otro cliente, así que me atendió otro que parecía… menos listo. Le pregunté por la tienda de los “keyboards”, abrió un cajón lleno de teclados y en dos segundos lo tenía en el móvil. Entonces miré al otro preguntándome un poco asustado “Down, left and right? ¿A que se refería?”. El tipo me miró y me dijo “No English”, será mamón. Para los interesados, seguramente pagué de más, 50 rupias, casi un euro.
También hay muchas otras cosas que me propuse y que si he cumplido a rajatabla. La única prueba que necesitáis es el hecho de que sigo vivo y que no he contraído, todavía, ninguna de las enfermedades que la mayoría de los médicos en España me habían prometido que cogería por aquí. Así es como estoy cumpliendo con mi propósito de, como mínimo, sobrevivir.
Sobre otras promesas incumplidas, ya sabéis donde reclamar.
My Daily Delhi Belly by Antón Goenechea Caballos is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-Compartir bajo la misma licencia 3.0 Unported License.
Based on a work at mydailydb.blogspot.com.
Permissions beyond the scope of this license may be available at http://mydailydb.blogspot.com/.
Para empezar, debería aclarar que el Kierkegaard que busco no es el difunto filósofo danés, sino el mono que planeábamos adoptar como mascota en la India. Como ya he dicho en alguna ocasión anterior, soy un usurpador de ideas ajenas y llamar al mono así es, en realidad, un homenaje a Nietzsche, no el ilustre filósofo alemán, sino el gato de una amiga. No tardé mucho en darme cuenta de que, aunque Panscheel Enclave sería el hogar ideal para nuestro Kierkegaard, por su vegetación y la agradable compañía, no es tan fácil hacerse con un simio en la India. No solo por que son mas ágiles que yo, al disponer de una extremidad mas y de un ingenio mas agudo que el mío, sino porque la mayoría de los monos que tenemos en Delhi viven como salvajes. Con esto no me refiero solo a que vivan sueltos por la ciudad, cosa que los convertiría en urbanitas más que en salvajes, sino a que además son poco civilizados, bastante desagradables al trato y muy amigos de lo ajeno. Según nos cuentan nuestros vecinos y amigos, con el calor, los monos entran en las casas sin llamar para disfrutar de tu aire acondicionado y asaltar tu nevera sin preguntar (como hacía Marcelo en Tomares y yo mismo en su casa de Dr. Fourquet).
Nuestro plan era adoptar a Kierkegaard, refinar su carácter y costumbres (conversación interesante, usar bien los cubiertos, un par de chistes… ya sabéis, esas cosas que nos gustan tanto en occidente) y liberarlo finalmente para que le enseñara lo aprendido a otros monos de Delhi (como hacían con Conan en la película, pero ese se les escapó). El problema es que el ayuntamiento fue más rápido que nosotros y contrató a tipos con babuinos gigantes que acojonaban a los otros monos. Así es como dejó de tener sentido el hacer todo ese esfuerzo por criar a un mono sin ningún propósito concreto, solo hay que ver como lo pasó mi madre (última vez que la menciono en esta entrada, lo prometo).
Así que este primer fracaso simboliza todo lo que no he conseguido cumplir en estos meses. Todavía no he conseguido aprender hindi, en su lugar domino admirablemente el leguaje de los signos. Este me permite vivir la fantasía de que me comunico con los no angloparlantes, lo que provoca todo tipo de malentendidos absurdos y dignos de entradas muy divertidas. Pero el verdadero problema para mí son los que hacen como si no se enteraran. El otro día fui a comprar un teclado nuevo para mi móvil a Malviya Nagar. Después de recorrer todas las tiendas de móviles, llegué a una que se anunciaba con un cartel gigante de Nokia “¿Será un distribuidor oficial?” (término horrible que en fondo nunca me ha dicho nada). Entré en la tienda y pregunté por el teclado señalando dramáticamente la ausencia de éste en mi móvil. El dependiente me miró como si me estuviera dando el pésame y me dijo “Vas a tener que comprar un móvil nuevo”, mientras empezaba a sacar móviles del mostrador. Con cara de pena, le dije que no quería uno nuevo, con el que tenía estaba contento. Pareció apiadarse de mí cuando me indicó un sitio donde encontrar el teclado “Down, left and right”, “Ok” dije yo y salí de la tienda. Bajé la calle, gire a la izquierda y después a la derecha, miré a mi alrededor y estaba en mitad de una zona residencial “Me habré equivocado”, pensé. Desanduve mis pasos para preguntar de nuevo las indicaciones. Esta vez el dependiente de antes estaba ocupado con otro cliente, así que me atendió otro que parecía… menos listo. Le pregunté por la tienda de los “keyboards”, abrió un cajón lleno de teclados y en dos segundos lo tenía en el móvil. Entonces miré al otro preguntándome un poco asustado “Down, left and right? ¿A que se refería?”. El tipo me miró y me dijo “No English”, será mamón. Para los interesados, seguramente pagué de más, 50 rupias, casi un euro.
También hay muchas otras cosas que me propuse y que si he cumplido a rajatabla. La única prueba que necesitáis es el hecho de que sigo vivo y que no he contraído, todavía, ninguna de las enfermedades que la mayoría de los médicos en España me habían prometido que cogería por aquí. Así es como estoy cumpliendo con mi propósito de, como mínimo, sobrevivir.
Sobre otras promesas incumplidas, ya sabéis donde reclamar.
My Daily Delhi Belly by Antón Goenechea Caballos is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-Compartir bajo la misma licencia 3.0 Unported License.
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Hola primo, cómo ya te habrías dado cuenta, llevo un tiempo siguiendo tu blog con avidez, y como también sabrás tampoco había publicado un comentario hasta ahora.
ResponderEliminarTienes razón en que algunos estábamos ansiosos por leer una nueva entrada en el blog. Cada vez que abría el correo y acto seguido entraba en My Daily Delhi Belly a ver si había alguna nueva entrada.
Tengo un par de comentarios al respecto de la civilización de simios en territorios urbanos. Creo que vuestro error ha sido intentar obligarle a urbanizarse,¿no crees que hubiera sido más adecuado, a la vista de que el mono iba a llamarse como un filósofo, iniciar una conversación con él cuando entrara a disfrutar del fresco y de un aperitivo de la nevera? Le podías haber explicado que si aprendía las costumbres humanas tendría eso y mucho más, pero sin embargo preferiste capturarlo y obligarle. Ahí tienes tu respuesta.
Un abrazo muy fuerte primo, y sigue escribiendo...
Muy astuto, querido primo. Debería de estar preparado para la próxima visita, quizás no esté todo perdido.
ResponderEliminarQuerido Antón:
ResponderEliminarLlevo un rato alabándote y resaltando tus cualidades literarias. Laura dice que le gusta tu estilo ... también me ha dicho que no se escribe "desandé", sino "desanduve".
En tu defensa diré que nunca he entendido porqué se dice "anduve" (de andar) y no se dice "cantuve" (de cantar).
Tal vez Kierkegaard te lo explique mientras toma un aperitivo de tu nevera.
Con cariño, de tu tío.
Muchas gracias, tío Quique. Ninguna entrada está completa hasta que no llega tu comentario. En cuanto a la polémica del “desandé / desanduve”, acepto la corrección, Aunque he encontrado diccionarios en internet que reconocen las dos como primera persona del singular del pretérito perfecto simple del indicativo ¿Cuántos años hace que no escribo algo así?. Pero nadie se puede fiar de lo que dicen en internet…
ResponderEliminarDale un abrazo a Laura y a su madre de mi parte, y un beso para ti… o mejor al revés
Acabo de recordar una leyenda, no sé si africana o hindú, en la que se asegura que los monos saben hablar, pero que no lo hacen porque saben que si demuestran ser inteligentes, los seres humanos los esclavizarían y los obligarían a trabajar.
ResponderEliminarAsí que no sufras por no haber conseguido domesticar a Kierkegaard, porque en realidad ya está domesticado, o mejor aún, está civilizado, y como esta entrada ha sido muy filosófica, terminaré diciendo que el grado de civilización de tu mono Kierkegaard es tan alto que el simio es, en realidad, discípulo de Diógenes el Cinico, filósofo griego que llegó a tal grado de elevación filosófica que decidió vivir como un perro (en griego, cynos, que a su vez es el origen de la palabra cínico, escuela a la que el fiel animal da nombre)
Kierkegaard es en realidad un cínico como su maestro Diógenes y no un existencialista cristiano como su homónimo danés.
Es todo.
Por cierto, me he comprado un coche.
Por cierto, te recomiendo que leas "El mandríl de Madame Blavatsky". Una de las mejores obras sobre la Sociedad Teosófica y los gurús occidentales. El mandril de madame Helena Blavatsky se burla de Darwin y del racionalismo y considera que "No hay religión más elevada que la Verdad"
ResponderEliminar¿Te sorprende que Kierkegaard no se deje "domesticar"?
Es domingo por la tarde, no tengo nada que hacer... ¿se nota?
Por cierto, el coche es rojo.