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Matrimonio en Panscheel Enclave

¡Mama!, ¡Corre!, ¡Llama a la abuela! Por fin voy a poder darle una alegría. Dile “Mama, Antón no vive en pecado en un país lleno de paganos”. No te asustes, pero Gabi y yo estamos casados desde Julio del 2008… Ligia, no se si Gabi te lo había comentado, mi madre siempre se puede esperar que se me “olvide” contarle este tipo de cosas. De todas formas no os hagáis muchas ilusiones, nuestro matrimonio solo tiene validez en la pequeña colonia en la que vivimos, Panscheel Enclave. Sobretodo para nuestro casero Sanny (no tengo muy claro que se escriba así), este señor encantador vive la mayor parte del año en Brooklyn, NY, donde tiene una tienda. Cuando llegué, tuve la oportunidad de conocerlo. Nos recibió en la intimidad de su dormitorio, mas concretamente en la intimidad de su cama. Si, en su cama y no estaba solo. Mientras su mujer nos servía té y unos exquisitos pastelitos identificados solo como “Dulces Indios”, acompañando a Sanny, en la cama, estaba su director de banco, un hombre de la misma edad de nuestro arrendador, unos 65 años, que también lucía tupida barba y turbante. Sanny y su mujer son un matrimonio tradicional, y según parece, entienden que alquilarle la casa a un matrimonio es mucho mas seguro que a una pareja, ya que esta se puede separar en cualquier momento, parece mentira que vivan en occidente.

Nuestra colonia es una especie de urbanización al sur de la ciudad, es un sitio agradable y tranquilo en el que tenemos prácticamente todo lo que necesitamos. Nuestra frutería, nuestra tienda de leche, nuestros vendedores ambulantes que hacen su agosto cada vez que me ven aparecer. Para ellos, como para el resto de nuestros vecinos, somos una pareja de recién casados, como para el vecino del piso de abajo. Un tipo muy agradable que se dedica a la especulación inmobiliaria y que vive con su mujer, sus hijos y con cinco empleados (según he observado hasta el momento) en una casa no mucho mas grande que la nuestra. Los empleados de nuestro vecino vigilan quien entra y sale de nuestra casa, además de vigilar nuestras bicicletas, un servicio de gratuito que agradecemos mucho.

Después de leer todo esto puede parecer que la vida marital en Panscheel Enclave es como un cuento de hadas. Pero, como es bien sabido, todas las historias tienen un lado oscuro. No se si debido a mí extremada inocencia o a mi absoluta estupidez, que soy un blanco perfecto (y en este país lo de blanco tiene doble sentido) para que cualquier demente vuelque su locura en mi humilde persona.

Una mañana estábamos Gabi y yo tranquilamente en casa, cuando una de las chicas que trabaja para el vecino llamó a la puerta. La chica en cuestión no habla ingles, así que nos costó unos tres minutos entender que quería que bajásemos con ella. Cuando llegué abajo me saludo un anciano indio de unos setenta años, este hombre hablaba una mezcla de ingles e indio con una soltura que le debía hacer pensar que entendía todo lo que me quería decir. De lo que me dijo, creo que pude descifrar que estaba interesado en saber si teníamos cámaras de fotos y cuanto costaban en nuestro país. Le conteste que eran bastante más caras que en la India y el hombre cambio de tema. Me preguntó si podía subir a casa y conocer a mi mujer (en ingles se escribe “wife” y los indios pronuncian “baif”). Un poco extrañado le invite a subir. Cuando llegamos a casa el hombre se presentó como J.M. Uppal, jubilado de algo que no pude entender. No tardó mucho en concedernos el titulo de “son and daughter”. Luego empezó a hablar sin parar durante unos veinte minutos. Ni Gabi ni yo éramos capaces de entender lo que decía, solo sabíamos que nos preguntaba algo por la entonación y como tampoco esperaba a nuestra respuesta, nos limitábamos a mirar fascinados su extraña gesticulación y a aguantarnos la risa cuando disimulaba unos sonoros eructos en mitad de las frases. No tardó mucho en decir algo que nos llamó la atención, que era un Gurú sexual, decía que había estudiado mucho sobre el tema y que estaba a nuestra disposición si lo necesitábamos. Luego se levanto y me pidió que le acompañara a la salida.

Bajábamos los dos pisos al paso del hombre de 70 años, cuando me hizo una pregunta inquietante, “Who is more powerfull in sex?”, no supe que contestar. Él, como el resto de las veces, obvió esa parte tan típica en las conversaciones y se despidió diciendo que volvería a hacernos otra visita.

Aquello hubiera quedado en una insignificante anécdota, sino hubiera sido por que a las seis de esa misma tarde, el autodenominado Gurú, estaba llamando a nuestra puerta. Esta vez, en lugar de llevar un traje de chaqueta occidental, como por la mañana, venía con ropa tradicional india, lo que en nuestra inmensa incultura llamaríamos pijama. En cuanto abrimos la puerta, ya estaba sentado en el salón. No le dio muchas vueltas y empezó a preguntarnos porque Gabi no se había quedado embarazada si llevábamos casados desde julio. Le contestamos que no queríamos tener hijos todavía. ¿Cuándo?, preguntó él. En unos años, contestamos nosotros. Hace un gesto de duda con la cabeza y nos dice que está dispuesto a enseñarnos como tener un hijo o una hija a nuestra elección, practicando las posturas adecuadas. Le agradecemos su oferta y le decimos que no estamos interesados. También nos ofrece la posibilidad de aprender a hacerlo sin riesgo de embarazo, la única condición es que practiquemos delante suya, para que así, muy generosamente, pueda corregir las cosas que hacemos mal. De nuevo rechazamos la oferta del Gurú. Luego le pide a Gabi que se siente a su lado, está lo hace y él pide la mano para leérsela. Gabi se la da y el Gurú le dice que va a vivir más de 80 años, una buena noticia. Después se fija en que tiene un lunar encima de la ceja izquierda y le dice que es signo de buena suerte. Sonreímos agradecidos, señal que debió de interpretar como una invitación para buscar más lunares en el cuerpo de Gabi. Después de un par de intentos de tocar donde no debía, Gabi decidió que era hora de guardar las distancias, así que volvió a su sillón. Cuando le pedí que me leyera la mano, me mandó a lavármelas, a pesar de eso no me la leyó.

Después de 3 horas de visita, el hombre me pidió que le acompañase otra vez a la calle, me imaginé que era la hora de las confidencias. Afortunadamente Gabi me salvó a tiempo llamándome por el balcón. Está vez me despedí diciéndole que nos íbamos de viaje a Jaipur, así que no tenía que molestarse en volver.

A la mañana siguiente, cuando nos preparábamos para nuestro viaje, llaman a la puerta. No es difícil imaginarse quien era en el contexto de esta narración, pero para nosotros era una visita de lo más inesperada. Afortunadamente conseguimos que el anciano se largara rápidamente, no sin su ración de besos y someteos. Le dijimos adiós con la esperanza de no volver a verlo.

El martes siguiente, a nuestra vuelta de Jaipur, cuando Gabi estaba en el trabajo, el Gurú volvió a aparecer. Como en las ocasiones anteriores, no esperó a ser invitado para tomar asiento en el salón, le dije que estaba muy ocupado y que Gabi no estaba. Él aseguró que solo sería un momento y empezó a darle a la sin hueso en Indinglis (no creo que exista este termino). Después de un rato de torturarme sin piedad, el tipo me pide que le enseñe el pene, porque, según él, algo tiene que tener mal si no he dejado embarazada a mi “baif” (que empezaba a sonarme a “beef”). A estas alturas le invito a irse y él me pide un café. Le digo que no tengo y me pide que le presente al vecino de abajo. El surrealismo de la conversación alcanza niveles tan demenciales que decido acompañarle a casa del vecino, aunque solo sea para sacarle de la mía. Afortunadamente, mi vecino no estaba en casa en ese momento, así que dejé al viejo hablando con una de las empleadas e hice mutis por el foro de vuelta a mi casa.

Por la tarde me encontré con mi vecino. Le conté el episodio y le dije que andaba preocupado, por que no sabía si este servicio de Gurús a domicilio era algo habitual en la India y que, por lo tanto, me estaba comportando como un Guiri inculto (como diríamos en España). Me dijo que no, que los extranjeros atraíamos a todo tipo de tarados y estafadores, pero que un Gurú nunca iría a buscarte a tu casa. Después me aseguró que sus empleados no volverían a dejar pasar al viejo. Imaginaos la escena, grotesca ¿verdad?

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My Daily Delhi Belly by Antón Goenechea Caballos is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-Compartir bajo la misma licencia 3.0 Unported License.
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Comentarios

  1. Tío, te has hecho esperar pero desde luego ha merecido la pena...quiero ser gurú

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  2. Antón, no dejes de escribir algo regularmente. Sé constante. Lo que has escrito es genial y tiene mucha calidad.

    Será una buena experiencia conservar todo lo que escribas.

    Un abrazo

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  3. Buenas, no te conozco de nada... pero me recomendaron leer el blog y me ha divertido lo que cuentas... muy amena y divertida la redacción.. podría ser el guión de una serie de sobremesa... hasta otra

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  4. Joder Tio!! Tanto lío porque te ha pedido que le muestres el pene!!
    que de seguro tienes algo raro allí eeeehhh, vamos, jode' coño.. que si ya se decía en madri' que por algo huías

    Abrazo!! que bueno volver a leer algo tuyo. Oye, y porque nno le invitas unos drinks a este guru a ver que pasa?
    LR

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  5. oye, ¿como puedo añadir comentarios a los nuevos posts.

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  6. This reminds me of a classmate I once had who revealed to me that she would never ever sleep with any guy unless she had first seen and approved of his penis. She went on to describe for me which sorts of characteristics were unfavorable... and it was not at all what I would've expected... she had it down to a science. Hmmmm... could it be that these poor misunderstood souls are on to something?? Could it be that they're smarter than they look?? Haaahahaaaaa!!

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  7. hay un virus aquí.

    A la pantera negra le sale su comentario con todas las letras alteradas.

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