Prácticamente, desde que Gabi y yo llegamos a nuestra nueva casa, nos hemos visto acosados por una pareja de palomas que habían decido instalarse en el aire acondicionado de nuestro dormitorio… un momento, si lo pienso con detenimiento, puede que coincidiera con el momento en el que el genio que nos instaló el retrete nos puso también el timbre que simula abucheo de cientos de palomas, eso debe de ser lo que llaman humor indio. La cuestión es que todo indicaba que esas ratas voladoras eran aficionadas a darse, todos los días, un homenaje vespertino. Nada mas amanecer, parecía que vivíamos en uno de eso moteles que también se pueden pagar por horas. En un par de ocasiones intenté poner freno a tan primaria actividad como se hacía antes, con una escoba y al grito de “¡¡¡Degenerados!!!”. Pero cada día volvían a montárselo en el balcón, hasta que al final acabamos por acostumbrarnos, era parte de nuestra rutina para empezar el día, justo antes de desayunar, piadas de pasión. Entonces, lleg